El talento, es una posesión universal
que sólo algunos cultivan, de manera efectiva, pero que todos sin excepción
podemos desarrollar. Las Sagradas Escrituras hacen referencia a la “Parábola de los Talentos” según la cual
a cada uno nos es dado en función de nuestras capacidades y en esa medida somos
responsables de optimizarlo y potenciarlo, cumpliendo así la misión encomendada.
Si bien la parábola remite el talento a una posesión o bien material, equiparable
con los bienes y posesiones espirituales, hoy día podemos transferir su
enseñanza al plano personal entendiendo que el talento es una cualidad innata
de los seres humanos en la que se combinan de manera sinérgica competencias
propias de la inteligencia y la aptitud para desempeñar una actividad con un
rendimiento sobresaliente.
El coaching es una herramienta de enorme
valor para liberar el potencial de las personas y elevar al máximo su rendimiento,
en este plano talento y coaching confluyen ya que uno puede determinar la
existencia del otro de una manera específica. El coaching puede ayudar a
descubrir el talento de una persona y potenciarlo mediante la puesta en
práctica de unos patrones de acción coherentes y lógicos y que están al alcance
de todos para el logro de la excelencia. El talento implica saber, querer y
poder, hay que saber que se quiere y tener una inclinación para alcanzarlo,
siendo estos los elementos esenciales que podemos abordar a través del coaching. Desarrollar la consciencia de
los talentos naturales es posible, la observación consciente es el primer paso
para identificar nuestro potencial.
El coaching responde a la pregunta
fundamental de ¿cómo ser mejor? y es en este punto donde su relación con el
desarrollo del talento, se hace más próxima. Si el talento nos remite al logro
de un nivel de desempeño sobresaliente,
el coaching nos muestra el camino para alcanzarlo. El presente ensayo
parte de la descripción y definición del talento y de cómo podemos reconocerlo
en nosotros y en los otros, describe también en qué consiste el coaching y
revela de qué manera este opera en el desarrollo del talento, desmitificando la
idea de que el talento es un privilegio reservado a unos pocos.
Qué entendemos por
Talento
Nunca antes como ahora se ha escuchado
hablar de talento, cotidianamente oímos expresiones como fuga de talentos,
retención de talentos, desarrollo del talento, gestión del talento, manejo del
talento; para algunos el talento es un “don” una cualidad innata e inherente a
la persona que la exhibe, algo con lo cual se nace, para otros una aptitud
factible de desarrollar que puede asumir diversas acepciones dependiendo de la
corriente teórica que lo defina tales como: competencia, capital humano, habilidad,
destreza entre otras. Pero qué es
exactamente lo que entendemos por Talento?
La palabra talento proviene del latín talentum, vinculada a la aptitud o la inteligencia, la Real Academia Española lo define como “inteligencia y aptitud para el desempeño de
una actividad, ejercicio u ocupación”. Inteligencia, en cuanto que quien lo
posee, es capaz de entender, comprender y resolver problemas dado que cuenta
con las habilidades, destrezas y experiencia necesaria para ejecutar la
actividad y aptitud en el sentido que puede operar competentemente la misma,
dada la capacidad y disposición para su
buen desempeño. En su acepción más común y generalizada, el talento corresponde
a aquella aptitud que le permite a la persona que lo posee hacer “algo”
(trabajo, actividad), de manera natural y aparentemente sin esfuerzo, mejor que
la mayoría de la gente con un nivel de rendimiento superior a la media,
normalmente calificado como “extraordinario”.
Así entonces, el sujeto del talento es la
persona con lo cual se acuña un concepto más específico, el de “talento humano”,
este se define como la capacidad de la persona que entiende y comprende de
manera inteligente la forma de resolver en determinada actividad, asumiendo
habilidades, destrezas, experiencias y aptitudes propias de las personas
talentosas. Se asume entonces que, el talento humano no es un privilegio
reservado a unos pocos sino más bien una combinación de varios aspectos,
características o cualidades que implican saber (inteligencia, conocimientos,
competencias cognitivas), querer (compromiso, disposición, competencias
personales) y poder (destreza, experiencia, valores, competencias ejecutivas) y
que consiste en ser capaz de crear los resultados deseados, la capacidad de
cambiar la propia vida, dar forma a las propias percepciones y conseguir que
las cosas funcionen a favor y no en contra (Robbins, A. 2001).
De
acuerdo con este punto de vista, el talento humano, más que sólo inteligencia y aptitud es la
sinergia entre diversas competencias y como tal puede desarrollarse o
potenciarse. El talento tiene que ver con patrones recurrentes de pensamiento,
emociones y comportamiento que se puede aplicar de una forma productiva. Cruz, C. (2003) al respecto señala, que
existe una evidente relación entre nuestra manera de pensar y el nivel de éxito
que podemos experimentar, de acuerdo con su planteamiento el sistema de
creencias, el diálogo interno y la forma de procesar la información inciden en
la autoestima de la persona, los hábitos que desarrolla, su actitud y nivel de
motivación, sus expectativas de vida y la imagen que crea de sí misma y todo
esto a su vez, es responsable del éxito y la felicidad que experimenta a lo
largo de su vida. En este orden de ideas, Robbins, A. (2001) plantea que
existen unos patrones de acción coherentes y lógicos, unos caminos determinados
hacia la excelencia y que están al alcance de todos.
El coaching es un medio poderoso para desarrollar lo
mejor de sí mismo (O’Connor J. y Lages, A. 2005) ya que nos ayuda a identificar
y comprender nuestros talentos, potenciarlos para convertirlos en fortalezas y
aplicarlos. De acuerdo con Whitmore, J. (2012), el coaching tiene un enorme valor para liberar el
potencial de las personas y elevar al máximo su rendimiento.
Reconocer el talento
Como lo señalamos
anteriormente, el talento es inherente a la condición humana, por ende toda
persona posee talentos y como señala Colvin, G. 2000, estos están presentes en
prácticamente todos los campos de la vida (artes, deporte, ciencias, negocios,
etc). A través de la historia, abundan los ejemplos para describir lo que es el
talento y que caracteriza a las personas que lo poseen, así en el campo
artístico musical es recurrente oír hablar del talento de Mozart o Beethoven
para la composición y la ejecución musical o más recientemente de Dudamel y su
capacidad para dirigir orquestas de manera magistral, en el campo de la ciencia
nadie duda del talento excepcional de Einstein, Marie Curie, o los aportes de
Jacinto Convit al campo de la medicina. El deporte es un claro ejemplo del
desarrollo de talentos donde cada día se rompen marcas y se expone al atleta a unas exigencias casi
sobrehumanas, como la demostrada por Michel Phelps quien obtuvo 15 medallas de
oro en las olimpiadas de 2012; en el mundo de los negocios destaca la habilidad
para acumular riqueza que manifiestan
los hombres más ricos del mundo como Carlos Slim, Amancio Ortega o Warren
Buffett, pero también la vida diaria nos ofrece diversas situaciones que pueden
revelarnos determinados talentos.
Es común apreciar
diferentes talentos en nuestro contexto, en este sentido muchas veces elogiamos
la capacidad de organización de algún compañero de trabajo, la habilidad liderar
equipos de nuestros superiores o la destreza de nuestro mecánico, pero pocas
veces meditamos sobre ello (Colvin, G. 2000) y de manera menos frecuente nos
hacemos consciente de nuestros propios talentos.
La observación consciente es el primer
paso para identificar nuestro potencial, necesitamos prestar atención para descubrir los
talentos. Desarrollar la consciencia de los talentos naturales es posible, si
se tienen presentes cuáles son sus anhelos, qué es aquello que aprende o capta
rápidamente y qué cosas son las que le producen satisfacción, aquellas que
cuando las ejecuta el tiempo pasa volando y de las cuales obtiene resultados
más que satisfactorios, ya que en esa actividad ud., podría estar desarrollando
talentos dominantes que podría perfeccionar y convertir en fortalezas.
Robbins, A. (2001) señala que quienes han
alcanzado la excelencia, siguen un camino coherente hacia el éxito, en el cual
se define con precisión el objetivo a alcanzar, se emprenden acciones que
tengan más probabilidad de producir el resultado deseado, se desarrolla la
agudeza para distinguir que clases de reacciones y resultados se obtienen como
consecuencia de las acciones y la flexibilidad para adaptarse, corregirse y
modificar su comportamiento hasta cosechar el fruto de su trabajo.
Aún cuando en este artículo queremos
enfatizar en el desarrollo del talento desde un punto de vista personal, cabe
destacar que éste no responde sólo a una necesidad individual, sino que además
es muy valorado en el ámbito organizacional. Cuanto más se desarrolla un
individuo y cuanto más prepara una empresa a su gente, más valiosa es ésta para
la organización (O’Connor J. y Lages, A. 2005). Para Hatum, A. (2011) el
talento se ha convertido en un asunto institucional que concierne a todos los
líderes de la empresa quienes se enfrentan al reto de atraer, retener y
desarrollar a los más talentosos. Pero para qué y por qué necesitan las
organizaciones, el talento, de acuerdo con Mejias, C. (2010), los talentosos
son capaces de comprender los objetivos iniciales y de aportar todo lo
necesario para que la organización crezca, avance y se perpetúe en el tiempo y
considera que comparten unos atributos básicos, requeridos para el éxito de la
organización, como son: brillantes, flexibles, idóneos y manifiestan confianza
en sí mismos. Whitmore, J. (2012) señala, que la práctica del coaching es una
habilidad esencia esencial que todas las personas que dirigen un equipo deben
cultivar.
Qué es el coaching y de qué
manera ayuda a desarrollar el talento.
En los apartados
anteriores, hemos hecho en reiteradas ocasiones mención al término coaching y a
su utilidad para el desarrollo del talento, pero para entender de qué manera
puede el coaching ser una herramienta válida para dicho propósito es necesario
describirlo y comprenderlo.
El coaching es un método que consiste en
dirigir, instruir y entrenar a una persona o grupo de ellas, con el objetivo de
conseguir alguna meta o desarrollar una habilidad específica. O’Connor J. y
Lages, A. (2005), plantean que el coaching trata de cómo hacer cambios y tomar
decisiones, de acuerdo con los autores, un gran cambio es a menudo la suma de
muchos pequeños cambios o de una serie de pequeñas decisiones. Muradep, Lidia (2009), señala que el coaching
se focaliza en el individuo y su relación con el contexto, trabaja sobre sus
habilidades, competencias y limitaciones, permite hacer conscientes acciones,
hábitos, valores, creencias, historias, juicios, a fin de facilitar procesos de
cambio que le permiten tomar acciones que lo llevan a ser una persona, mejor y más
completa, es una manera de trascender, de ir más allá, una manera poderosa de
reinventarse, de generar futuro tanto a
nivel personal como organizacional. Para Whitmore, J. (2012), no es sólo una
técnica para ser aplicada de manera rígida en determinadas circunstancias, sino
más bien una manera de dirigir, de tratar a las personas, una manera de pensar
y de ser.
Es un proceso continuo que permite al coachee
(cliente o coachado), obtener resultados satisfactorios en su vida personal, a
través del cual el individuo mejora su rendimiento y revaloriza su calidad de
vida, Lidia Muradep, lo describe como “acompañar a otro a reconocer la aventura
de su propio héroe y apoyarlo en ello”, plantea que este modelo permite
comprender cómo tomamos decisiones, cómo actuamos, nuestros logros, nuestras
dificultades, nuestras interrelaciones, nuestra existencia como seres humanos. Para
Pierre Angel y Patrick Amar (2007), constituye un proceso de acompañamiento con
el fin de favorecer un entorno de crecimiento y optimización del potencial de
la persona, la situación de coaching genera un espacio en el que el individuo
es capaz de optimizar sus herramientas y eliminar obstáculos para su
crecimiento, hacer que surjan nuevas competencias y conocimientos y poner en
marcha un plan de mejoras, en el marco de una relación intersubjetiva y a
través de una relación estimulante, un encuentro particular entre individuos
sustentado en el saber estar y el saber hacer para promover los recursos del
coachee hacia unos mejores resultados.
Se denomina Coach a la persona que desarrolla el proceso de coaching y quien lo
recibe es el Coachee, coachado o
cliente. El término se apropia del vocablo inglés “coach” que significa
“carruaje”, el cual se asocia con transporte y remite a la imagen de que un
coach es aquel que conduce a alguien de un lugar a otro, de donde estoy a donde
quiero estar, en el argot deportivo, el coach es aquel que conduce a un atleta
o equipo al triunfo, para Echeverria, R. (2011), es un facilitador de
aprendizaje, de los procesos de transformación y de auto-invención de otros
seres humanos, un facilitador del devenir.
El coaching se sustenta en tres aspectos
fundamentales, objetivos, valores y creencias. Centrarse en aquello que se
desea y el cómo obtenerlo, conocer que es lo importante para sí y vivir esos
valores en el logro de los objetivos, cuestionar las creencias limitadoras y
reforzar las positivas, el resultado es la excelencia a largo plazo y la
capacidad del individuo para avanzar por sí mismo otorgándole la capacidad de
autogenerarse. El coach se especializa en cinco grandes áreas: coaching
empresarial, para ejecutivos, para la profesión, personal y deportivo, el
modelo es el mismo lo que cambian son las áreas de aplicación sin embargo, es
frecuente el impacto de la herramienta en todas las áreas dado que estimula la
construcción de habilidades para el futuro.
Básicamente el coaching responde a la
pregunta fundamental de ¿cómo puedo ser mejor? (O’Connor J. y Lages, A., 2005)
y es en este punto en donde su relación con el desarrollo del talento se hace
más próxima. Sí el talento nos remite al logro de un nivel de desempeño
sobresaliente, el coaching nos muestra
el camino para alcanzarlo, pero de qué manera opera el coaching en la práctica,
es algo que explicaremos seguidamente.
Cómo
opera el coaching en la construcción y desarrollo del talento
Anteriormente señalamos, como a través de
la observación consciente podíamos identificar y comprender nuestros talentos,
desarrollar la consciencia de los talentos es el primer paso y el coaching nos
ayuda a activar esa observación consciente, mediante el uso de preguntas
esenciales que nos conectan con nuestro interior y nos permite observarnos
desde la propia reflexión. Las siguientes interrogantes pueden servir de modelo
para optimizar la identificación de nuestros talentos y fortalezas:
·
¿Qué actividad realizo mejor?
·
¿Cuáles son las actividades que
ejecuto con mayor placer?
·
¿Qué cosas aprendo con mayor
rapidez?
·
¿Si me pidieran señalar mis tres
principales talentos naturales, cuáles serían?
·
¿Qué tipo de actividad me abstrae
del tiempo?
·
¿Cuál es el grado de satisfacción
que logro al evidenciar los resultados que obtengo?
·
¿Qué efecto causa en los otros mi
desempeño, qué tipo de feedback recibo?
·
¿qué oportunidad tengo en el día a
día de realizar lo que mejor sé hacer?
Si bien las preguntas es la herramienta
que utiliza el coach, son las respuestas del coachee las que le permiten
identificar y reconocer los talentos que posee así como saber aprovecharlos en
la actividad que decida realizar ya que le ubica en una situación concreta. El
rol del coachee se limita a generar el espacio de aprendizaje provocando en el
otro la acción de reconocimiento de sus propias fortalezas y mostrándole de qué
manera puede utilizarla o aplicarla.
Sin embargo, el solo hecho de identificar
o conocer nuestros talentos no es suficiente para alcanzar un rendimiento
sobresaliente ni para convertir nuestros talentos en fortalezas, entonces qué
más se necesita y cómo el coaching nos apoya. De acuerdo con Colvin, G. (2000),
el tipo de práctica correcta puede convertir a una persona con unas dotes
normales en alguien con un rendimiento superior o incluso excepcional, según el
autor, el efecto más importante de la práctica es que permite ir más allá,
adquirir una nueva perspectiva de lo que hacemos actualmente y lo que podemos
lograr hacer mediante la preparación, en consecuencia la práctica consciente y
deliberada de aquello que queremos perfeccionar ocasiona un mejor rendimiento,
ya que ayuda a adquirir las capacidades específicas requeridas para un campo
concreto.
La construcción y el desarrollo de
conocimientos es una de las cosas que se alcanzan mediante la práctica
deliberada, el esfuerzo constante por ampliar las capacidades dentro de una
campo exige la acumulación de conocimientos adicionales y la organización de
los mismos para hacerlos útiles. Las personas con un rendimiento extraordinario
comprenden profundamente su campo, desarrollan además, capacidades específicas
que les permiten percibir más, saber más y recordar más y cómo estas resultan
útiles para alcanzar un rendimiento excepcional, se concentran en el proceso
para conseguir mejores resultados y se fijan objetivos y una vez fijados
planifican la manera de alcanzarlos y trabajan con la convicción de que el
trabajo dará resultado, confiando en sus capacidades pero con la flexibilidad
suficiente para incorporar cambios si así lo requieren.
Ya veíamos al inicio de este escrito que
el talento implica saber, querer y poder. Hay que saber que se quiere y tener
una inclinación para alcanzarlo, siendo estos los elementos esenciales que
aborda el coaching: objetivos, creencias y valores. Los objetivos son la base
del coaching permiten movernos de un estado presente a un estado deseado, el
rol del coach es acompañar al coachee desde donde está a donde quiere estar, de
una manera estructurada a partir de los objetivos trazados por el propio
individuo, lo que el coaching hace es generar en el coachee un proceso de
práctica deliberada marcado por dos clases distintas de objetivos, el
objetivo-resultado que es lo que se espera alcanzar y el objetivo-proceso que
señala el cómo lograrlo mediante el desarrollo de un plan.
Los objetivos deben estar en
correspondencia con los valores para que puedan tener significado y ser
expresados en términos positivos, teniendo en cuenta aquello que se quiere
alcanzar y no lo contrario, aquí nuevamente el coach puede hacer uso de las
preguntas como herramienta para guiar al cliente en la formulación de sus
objetivos, tales como: ¿qué es lo que quieres?, ¿qué aspecto deseas mejorar?,
¿qué significado tiene para ti obtener lo que quieres? El objetivo debe también
ser específico de manera que nos permita medir cuán cerca o lejos estamos de
alcanzarlo, en este sentido es válido reflexionar acerca de cómo, cuándo,
cuánto y de qué manera percibo el grado de satisfacción cuando lo alcance, esto
ayuda a emprender acciones que tengan más posibilidades de producir el
resultado deseado.
Otro elemento importante es establecer la
medida de progreso hacia el objetivo, ello permite asegurar y tomar control de
manera de no perder el camino hacia el objetivo, para ello el cliente deberá
responderse a cuestiones como: de qué
manera comprobará que se mantiene dentro del plan cómo sabrá que ha alcanzado
el objetivo y con qué frecuencia medirá su progreso. Este aspecto optimiza el desarrollo
de la agudeza para distinguir que clases de reacciones y resultados se obtienen
como consecuencia de las acciones y permite incorporar las adaptaciones y
reacomodos necesarios para alcanzar el objetivo final.
Fijar objetivos positivos, específicos y
valiosos, de manera inmediata conecta con la clase y el tipo de recursos
necesarios para alcanzarlos, al pensar en el objetivo de la manera correcta, se
revelan las herramientas que pueden marcar la diferencia entre un rendimiento
normal y uno sobresaliente. Ser consciente de los recursos de que dispone la
persona, cuáles necesita y dónde encontrarlos, le otorga poder, le genera
confianza en sus capacidades y por ende su rendimiento se hace más óptimo.
Una de las características de las personas
talentosas es su disposición a actuar, a tener comportamientos proactivos, en
ese sentido una persona talentosa que reconoce sus capacidades, asume sus
propios objetivos y entiende que el coach, sólo está allí para acompañarle en
el seguimiento de su proceso. El coach busca empoderar al cliente no hacerlo
dependiente, por lo que en todo momento le hace saber que alcanzar el objetivo
es parte de su responsabilidad, para lo cual se asegura que el coachee asuma
sus propios objetivos y tenga presenta las consecuencias o efectos que estos
tienen en los demás otorgándole al objetivo un marco ecológico y trascendental;
teniendo esto presente será más fácil marcar la diferencia y ser mejor en lo
que se ha propuesto.
Sí desarrollar consciencia de los talentos
naturales y fijar los objetivos para potenciarlos son los pasos iniciales para
lograr mejoras en el desempeño, el siguiente paso consiste en desarrollar un
plan de acción. Alcanzar un objetivo no siempre es tarea fácil, sobre todo
cuando involucra elementos abstractos o comprometen el largo plazo, requiere
esfuerzo y motivación, pero ante todo deben ser realistas y factibles. Un plan
de acción permite fraccionar el objetivo en pasos más pequeños y con ello
aproximar el desarrollo, seguir una determinada secuencia de objetivos para
generar acciones inmediatas y lograr un rendimiento extraordinario (Whitmore, J., 2012). Una vez fijado el objetivo y establecido el
valor que lo genera, se hace necesario
planificar en el tiempo la consecución del mismo ello no sólo aumentará el
grado de consciencia del coachee con relación al objetivo fijado sino que
también permitirá evidenciar que tanto es necesario fraccionarlo en el tiempo
dependiendo del esfuerzo requerido para alcanzarlo. El coach ayuda al cliente a
ubicar su objetivo en el tiempo presente e imaginar su logro en el futuro,
trayendo el futuro al presente mediante técnicas de visualización que le
permiten asociarse con el logro esperado. Esta técnica es conocida desde
tiempos de Platón quien afirmaba que los objetos y las estructuras de nuestro
mundo no son más que el reflejo de nuestras ideas y convicciones, en este sentido,
todo aquello en lo que concentramos nuestro pensamiento termina por convertirse
en nuestra realidad. Cruz, C. (2003) en su libro “Los genios no nacen se hacen”, ejemplifica lo anterior tomando el
caso de Thomas Alva Edison como referencia, “Edison no creía simplemente que
podía triunfar, esperaba triunfar, estaba seguro de su éxito y se encargó a
partir de su diálogo interno de crear las imágenes mentales que recrearán dicha
convicción (p.8)”, ese es el rol del coach en esta etapa del proceso de coaching
para desarrollar el talento, potenciar el diálogo interno del coachee y
facilitarle la representación de imágenes mentales positivas que lo aproximen a
su éxito de manera efectiva y ecológica.
Siendo consecuentes con el título del
apartado, diríamos entonces que en la práctica el coaching opera como un
proceso enfocado en dar soporte a las personas para que a través del desarrollo
de sus talentos incrementen el impacto de sus aportes en su vida y dentro de
sus organizaciones. Indaga acerca de las principales barreras que impiden a las
personas utilizar sus talentos para ayudar a superarlas, generando un alto
nivel de conciencia y responsabilidad para la toma de decisiones u acciones
necesarias y alcanzar resultados excepcionales, por medio de la identificación
de objetivos, creencias y valores. Permite liberar el mayor potencial que
tenemos para crecer y desarrollarnos, que son los campos donde nuestros
talentos y fortalezas se integran.
CONCLUSIONES
El talento corresponde a aquella aptitud
que le permite a la persona que lo posee hacer “algo” mejor que la mayoría de
la gente con un nivel de rendimiento superior a la media, normalmente
calificado como “extraordinario”. No es un privilegio reservado a unos pocos
sino más bien una combinación de varios aspectos, características o cualidades
que implican saber, querer y poder, que consiste en ser capaz de crear los
resultados deseados. Toda persona posee
talentos y estos están presentes en prácticamente todos los campos de la vida.
El coaching es un método que consiste en
dirigir, instruir y entrenar a una persona o grupo de ellas, con el objetivo de
conseguir alguna meta o desarrollar una habilidad específica, se focaliza en el
individuo y su relación con el contexto, constituye un proceso de acompañamiento
con el fin de favorecer un entorno de crecimiento y optimización del potencial
de la persona que se sustenta en tres aspectos fundamentales, objetivos,
valores y creencias. Es un proceso de aprendizaje continuo que ayuda a obtener resultados extraordinarios,
más allá de lo que en un principio parecía posible, a través del cual el
individuo mejora su rendimiento y revaloriza su calidad de vida.
Sí el talento nos remite al logro de un
nivel de desempeño sobresaliente, el
coaching nos muestra el camino para alcanzarlo, en la práctica el coaching opera
como un proceso de sustentación a las personas para que a través del desarrollo
de sus talentos potencien el impacto de sus aportes en su vida y dentro de sus
organizaciones, ayuda a superar las barreras que impiden a las personas
utilizar sus talentos y genera un alto nivel de conciencia y responsabilidad
para la toma de decisiones u acciones necesarias para alcanzar resultados
excepcionales, por medio de la identificación de objetivos, creencias y valores.
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